El combinado universitario contó con una versión de camiseta que tenía una plantilla llamada tartán en la parte frontal, al igual que las selecciones de Bosnia y Herzegovina, Escocia y Ucrania, sumado al azul con detalles en rojo en las mangas. El negocio iba creciendo a un ritmo normal, pero en 2002 tuvo un punto de inflexión, pues Gabriel Camargo, dueño del Deportes Tolima le abrió las puertas para hacer los uniformes del equipo, luego vino el Atlético Huila, pero también una amague de quiebra para Castillo, pues pensaba que a los equipos les podía dar los uniformes a cambio de que pusieran su marca en la camiseta y venderles las camisetas a los hinchas, pero al equipo lo eliminaron de la Copa Libertadores en la primera ronda.