Su nombre se deriva de lom, profundidad de río, y de tue, tierra, y equivale á tierras de río hondo ó á río de hondonada. Su nombre parece venir de la contracción de lod y de tavu, que significan chozas de vega. Los que no juegan ni apuestan. Me he detenido en la carta de una muchacha, que cada quince días me envía unas líneas. Una fiebre sorda se ha apoderado de todos los que yugan en esta po¬blación. Allí tiene, por ejemplo, el candidato a propietario: el «pato» que ha comprado un lotecito de tierra en Villa Soldati o en La Mosca, pueblo que son el infier¬no en la tierra o el Sahara injertado en los alrededores de Buenos Aires. Quisiera ver la tierra convertida la mitad en un almacén y la otra mitad en dependientes de ella. Forma una calle corta á lo largo del camino público de esa ciudad á la del Parral. Lavaderos de Tucapel.–Parajes de placeres de oro que se encuentran en el departamento de Lebu entre las quiebras de las cabeceras del río Tucapel, inmediatos á la banda sur del río de Curanilahue y al E. del camino superior de Arauco á la ciudad de Cañete.
Livún y hacia el O. del de Pichinguileo en el primer departamento. Liray.–Fundo situado en la sección septentrional del departamento de Santiago cerca del extremo nordeste de la laguna de Batuco. Es un prolongado espolón de las alturas medianas del litoral del lado sur, que disminuyen en playa sobre esa bahía. Se halla en la costa oriental de la bahía de Talcaguano á cuatro kilómetros al N. de Penco y 14 al S. de Tomé. Este último cerro y la bahía fueron notados por el navegante Sarmiento el 11 de febrero de 1580 y nombrado morro y ensenada de Lomas. Su extremo oriental toca en la cordillera de Nahuelvuta y de allí este hermoso receptáculo de agua se prolonga al O. por irnos 12 kilómetros hasta quedar distando más ó menos otro tanto del Pacífico; su anchura común es de uno á dos kilómetros. No; me esgunfié. Y silenciosamente se mandó a bodega el café, entre la sobradora mi¬rada del mozo, que pensó: -Otro, vago a la pileta. No; me esgunfié. El «jovie» detuvo un instante el cucharón en el aire; movió la cabe¬za rapada a lo Humberto «primo», se rascó los mostachos, y luego, arran¬cando medio pan se llenó la boca de miga.
Y de pronto, la modestia que impregnaba sus sueños, la dorada mishadura que decoraba sus ambi¬ciones de pobretón sempiterno, se han derretido como un helado al sol, y ahora el tipo no quiere saber ni medio con La Mosca o Villa Soldati. Pues bien, ese tipo, que en la lucha por la vida siempre se ha sentido for¬feit: ese tipo que ha limitado sus aspiraciones a un terreno que tenga la superficie de un pañuelo o una sábana de una plaza; ese buen señor de ojos llorosos, punta de nariz enrojecida, manos siempre húmedas de un sudor frío, encorvado a lo Rigoletto; ese señor, hoy, bruscamente, se ha enderezado, supervigo y en vez de andar merodeando por La Mosca o por Villa Sol¬dati abandona los extramuros y convierte en su radio de acción el barrio Norte o la Avenida Alvear. Fué creado por la ley de 23 de octubre de 1835 dentro de la sección norte del antiguo departamento de Talca. Reconocida por la expedición al estrecho en 1786 del capitán Don Antonio de Córdoba se le dejó el nombre en recuerdo de Don Juan Francisco de Lángara, ministro de la marina española; aunque según otros lo tomó del marino Don Cayetano de Lángara, que navegó por el año 1776 en el Pacífico en la fragata «Águila».
Durante todo el año se juega a la lotería, pero nadie se preocupa. ¿Usted puede creer, de buena fe, que en un año se escribe un libro que contenga verdades? Me envía sus pala¬bras sencillas con una amistad tan fuerte que quisiera estrecharle la ma¬no. Tan esgunfiados están, que a pesar de ser fiacas podrían tener novia en el barrio, y no la tienen; que es mucho laburo eso de ir a chamuyar en una puerta y darle la lata al viejo; tan esgunfiados están, que a lo único que aspiran es a una tarde eterna, con una remota puesta de sol, una mesita bajo un árbol y una jarra de agua para la sed. Luego volvió la cabeza para el muro; se tapó la porra con la sábana y se apoliyó hasta las tres de la tarde. La esperanza de enriquecerse mediante uno de esos golpes de for¬tuna con que el azar le da en la cabeza a un desdichado, convirtiéndolo, de la mañana a la noche, de carbonero en el habitante perpetuo de un Rolls-Royce o de un Lincoln. Luego inclina el «mate» sobre el Haber y firma un cheque, regocijado de su pros¬peridad y de no haberse esgunfiado nunca de ese tren de laburo, que co¬mienza a las cinco de la mañana y termina a las doce de la noche.
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