Lucay.–Fundo del departamento de Rere situado en las alturas inmediatas al N. de Tomeco. Lemos (Isla de).–Una de las del archipiélago de Chonos situada al lado norte de las de Vallenar, pasando por su centro el paralelo 45° 12′ y el meridiano 74° 31′. Es de figura casi circular, que boja 20 á 22 kilómetros, selvosa y con medianas alturas en el interior. Al lado ESE. de ella recoda la costa y ofrece una mediana rada con las caletas de Trana y Trauco en la que fondeó, á principios de noviembre de 1599, la expedición holandesa al mando del almirante Simón de Cordes, quien, dice el historiógrafo marítimo Burney, «ancló cerca de una punta del continente, opuesta á la isla de Santa María, y desembarcó con 23 hombres para procurarse provisiones y fué alevosamente atacado por los naturales y muertos todos ellos». Lilenes (Isla de).–Islote que se halla á poco más de dos kilómetros al N. de la caleta de las Tablas del departamento de Petorca y cerca de uno de la costa. Cierto es que Silvestre III gozaba de fama de ser un poco mago y cultivador de la ciencias ocultas, pero en esa época todo ar¬te un poco delicado recibía el nombré de brujería.
En Rusia, al menos en la época del zarismo, todos los relojeros eran sindicados como semirrevolucionarios. Càrlos y Arturo, con ayuda de los gemelos, habian recorrido é inspeccionado todos los rostros de que estaba coronada la cazuela del teatro de la Victoria, y no habian encontrado entre ellos el de Camila, á quien como el lector sabe habia privado de asistir á las funciones de esa noche una repentina enfermedad de su tia. No le pide nada a usted el cuerpo, querido lector. No señor, nada de eso. Con decirle que yo he estado nueve meses sin trabajo, bus¬cando empleo de relojero, y eso que soy oficial. Si hay un oficio raro es indudablemente el de relojero, ya que los reloje¬ros no parecen haber estudiado para relojeros sino que han aparecido sobre el mundo conociendo la profesión. Conversando hoy con un desconocido, en un ómnibus -señor que re¬sultó ser relojero, relojero auténtico, y no ladrón de relojes-, me decía este señor: -El oficio de relojero no se aprende. En dicho intervalo, el ladrón frecuenta el café. Que sirva de ejemplo y gozoso testimonio de vida espiritual para todos los curros que en este mundo habemos.
Cruzan por la vida como entes mon¬jiles, misteriosos, cautos, llenos de un silencio de oro. Y me quedé pensando, porque más de una vez, recorriendo las calles, me detuve, perplejo, ante un portal, mirando un sujeto que casi siempre tenía con¬dición israelita, y que con un tubo negro en un ojo, remendaba relojes como quien echa medias suelas a un botín. Buenos Aires marcaba las ocho, aumentando con el tañido de su vibrante campana, el bullicio entusiasta que reinaba al pié de la blanqueada torre. Y después de traerlo en la sangre, hay que hacer práctica un infinito número de años para dominar perfectamente los mecanismos, ya que de otro modo se pueden echar a perder en vez de componerlos. Por más práctica que tenga es inútil, no servirá para el trabajo fino y delicado, para componer y refaccio¬nar relojes pulseras de señoras, que tienen las piezas microscópicas. Y es que en otros tiempos el oficio de relojero era un trabajo lleno de con¬diciones misteriosas, y casi sagradas. Recuérdese que bajo el reinado de Iván el Terrible, fue un relojero el que con¬feccionó un aparato para volar; y que el papa Silvestre III también era relo¬jero de afición y tenía en sus jardines un pájaro mecánico, que cantaba des¬de un árbol de esmeralda.
Has de saber Arturo, dijo Cárlos, que me encuentro en una dolorosa posicion. La sinceridad provoca en el que la practica lealmente, una serie de fuerzas violentas. Salvo los aristócratas de la relojería, el resto se ve relegado a innobles cuchitriles don¬de tienen que lidiar con relojes baratos y de «serie», llenos de defectos, y que requieren un trabajo espantoso para evitar que den las doce antes de hora. Porque recordarán ustedes que ese trabajo de corcovado, y de cíclope, ya que el sujeto trabaja con un solo ojo, es agobiador. Díganme ustedes quién es el desfachatado que en estos momentos de confusión no quiere robar. Por superioridad. Last Reason, Félix Lima, Fray Mocho y otros, han influido mucho más sobre nuestro idioma, que todos los macaneos filológicos y gramati¬cales de un señor Cejador y Frauca, Benot y toda la pandilla polvorienta y malhumorada de ratones de biblioteca, que lo único que hacen es revolver archivos y escribir memorias, que ni ustedes mismos, gramáticos in¬signes, se molestan en leer, porque tan aburridas son. Sí, señor. Ponga usted por ejemplo a un hombre que antes de ser re¬lojero ha trabajado de herrador de caballos. Sí, se explica. -Ahora bien; yo soy un hombre prudente y no me meto en camisa de once varas, de ahí que mi especialidad sean los relojes despertadores.